Tras haber creado un espacio común en el seminario “(Un)SCREWING-CARE” (fase 1) y habernos reunido en la Jornada Circlusion (fase 2) para co-crear y consolidar unas herramientas que nos ayuden a poner en práctica los cuidados en organizaciones culturales y/o prácticas artísticas, volvemos a convocar a todxs los colectivos participantes en la Catalizadora Circlusión en una tercera fase que hemos llamado Circluding Circlusion.
La intención en esta tercera y última fase de la Catalizadora ha sido compartir las experiencias de cada colectivo con la/s herramienta/s que cada unx se llevó consigo en su carrier bag con el encargo de ponerla/s en práctica en sus contextos y con su/s comunidad/es durante unos tres-cuatro meses. Así, después de estrenar el uso de las herramientas en cada uno de sus contextos socio-políticos, se propuso a los colectivos participantes elaborar una formalización interdisciplinar que diera cuenta de la experiencia propia y situada con el uso de la herramienta, sus traducciones y/o rearticulaciones, con la intención de poder llegar a compartir esto con otras organizaciones, colectivos e instituciones de ámbitos diversos.
Circluding Circlusion es un encuentro para poner en común las formalizaciones de cada experiencia, para comentar y compartir los aprendizajes, los errores e incluso las complicaciones de poner las herramientas en práctica.
En relación a este proceso, es importante presentar y reflexionar aquí sobre una de las sintomatologías que nos han acompañado durante esta última fase, en la que tres de los seis colectivos participantes expresaron la imposibilidad de poner la herramienta elegida en práctica en su propio contexto y/o comunidad y, en consiguiente, poder proseguir con la devolución/puesta en común de dicha experiencia. Esta sintomatología se resume en:
“LA FALTA DE TIEMPO PARA HACERLO”
Coincidiendo aquí con Joan Tronto, figura clave de la segunda ola de la ética del cuidado, sentimos que faltan los recursos necesarios para crear “un lugar explícito para la lucha por la interpretación de las necesidades, es decir, un espacio político dentro del cual puede ocurrir esta parte esencial del cuidado” (Tronto, 2013) en común.
Sin embargo, queremos añadir aquí que la hiperactividad precaria a la que estamos sometidxs estructuralmente se cuela en el sector cultural como uno de los peores enemigos para que el cuidado se convierta en una herramienta de problematización, incluso cuando tenemos recursos y espacios para ello, como ha sido en el caso de la Catalizadora Circlusión.
Cerramos este proceso de la Catalizadora Circlusión con unas últimas preguntas que se nos aparecen después de todo:
¿Hasta dónde estamos dispuestxs a llegar para poder ser problematizados por el cuidado en la práctica?
¿Por qué incluso teniendo los recursos y los espacios para ello los cuidados siguen siendo relegados al final de nuestros quehaceres colectivos?
¿Pueden convivir los cuidados con la hiperactividad productivista a la que el sector cultural está sometido?
¿O es en nuestra propia gestión y organización de prioridades organizativas y comunitarias en las que debemos fijarnos en primera instancia?